Sentirse una mujer realizada en un país que no es el propio, es sin duda una meta difícil de conseguir, pero no imposible. El camino suele estar lleno de piedras, pero con la tenacidad, perseverancia y la superación que distinguen a la mujer inmigrante dispuesta a salir adelante, se puede lograr.
Te cuento mi historia…
Hace algunos años tomamos la decisión mi esposo y yo de dejar nuestra ciudad de origen y migrar a los Estados Unidos, con la finalidad de buscar una mejor calidad de vida para nuestras hijas mellizas recién nacidas. Ha sido sin duda la decisión más difícil que hemos tomado en nuestras vidas.
La incertidumbre por no saber cual sería nuestro futuro era inmensa. Llegábamos a una ciudad sin conocer a nadie, completamente solos, intentando entender una nueva cultura, un nuevo sistema, otra forma de ver la vida. Dejamos atrás a nuestros padres, hermanos, tíos, primos y los mejores amigos, esos que uno elige por voluntad como familia también.
Mi esposo iniciaba un nuevo empleo, él tenía horarios de trabajo extendidos, casi no nos veíamos y yo me quedaba prácticamente encerrada en casa, atendiendo a mis hijas, y rogando por encontrar paciencia, sabiduría y entendimiento por tantos cambios que estábamos viviendo. Menciono “encierro”, porque para mi era muy complicado salir con las bebés, era tan cansado que prefería quedarme en casa; con el paso del tiempo comprendí que tuve depresión post-parto, pero estaba tan ocupada que no la pude distinguir. Todo había pasado muy rápido desde que iniciamos el matrimonio, siendo padres primerizos de mellizas, que debo confesar nos tomó por sorpresa porque no teníamos historia familiar al respecto; dejar mi vida laboral para convertirme en ama de casa y madre al cien por ciento, y finalmente una mudanza a un lugar que era completamente ajeno a nosotros.
Pasaron algunos meses, y recuerdo perfectamente el día que le conté a mi esposo que si pasaba un día más de encierro me volvería loca, sin duda necesitaba un respiro. Así que me propuse encontrar amigas, esas de las que he tenido toda mi vida, con las que puedes salir a tomar el café por la mañana, hacer reuniones en casa, confesarlo todo, y ser tu misma. Esas que pudiera llamar tías de mis hijas. Así que me sumergí en las redes sociales y me inscribí a ciertos grupos de interés; encontré uno muy pequeño de mujeres latinas, que justo la siguiente semana tendría una reunión de networking en un restaurante local. Para ese día contraté a una niñera, me puse guapa como no lo había hecho en los últimos 6 meses y fui allá, con nervios de no saber que esperar, pero con todas mis esperanzas puestas de poder encontrar mujeres con las que pudiera conectar.
Y así fue. Se sentía una vibra muy bonita, la mayoría no nos conocíamos, pero intercambiaba algunas palabras y sentía como si las conociera de tiempo atrás. Recuerdo que al final de la reunión alguien me abrazó y me dijo: “Verdad que se siente bonito? Seguro aquí vas a encontrar las amigas que necesitas”. Y han pasado ya algunos años, y gracias a ellas con las que me sentí identificada y en confianza, puedo confesar que me siento realizada en muchos sentidos. Hemos logrado construir una red de soporte increíble, donde podemos comprobar a diario que no estamos solas y que de alguna forma estas amigas se convierten en la familia que una elige, más estando tan lejos de la familia de sangre.
Estoy convencida que cuando estás en un país extranjero y lejos de los tuyos, llega un momento en el que logras desarrollar esa capacidad de conectar con otros mucho más rápido, como un instinto de supervivencia y necesidad de pertenencia.
Hoy en torno a la conmemoración del día Internacional de la mujer, es importante mencionar esto: Dentro de nuestra cultura latina nos sabemos mujeres fuertes y poderosas. A pesar de nuestra historia, hoy en día luchamos más que nunca por la igualdad de derechos, la potenciación de la mujer, la igualdad racial y de género, buscamos el reconocimiento de nuestra participación en la sociedad y nuestro desarrollo como persona.
Hoy honro a esas mujeres que son capaces de tenderte una mano cuando más lo necesitas, mujeres fuertes, más inteligentes, llenas de empatía, mujeres que escuchan, que nos dan confianza y nos enseñan su poder. Debemos dejar de lado las envidias, celos y frustraciones, y admirar a esas mujeres que están llenas de luz, valentía, sabiduría, mujeres luchadoras que abren puertas, ventanas y todo lo que se interponga en el camino, mujeres que son capaces de derrumbar muros.
Esas mujeres que están llenas de vitalidad, que te ayudan a vivir, que te dan la confianza y cariño. Esas mujeres que nos hacen recordar que en este mundo todas somos una.
Feliz día Internacional de la Mujer!!!