Iniciaré este artículo con la advertencia, y pequeña aclaratoria, de que lo que sigue es un viaje, si un viaje hacia las oscuridades de la mente de una Joven Afro-latinx navegando las tormentas de un mundo que aún intenta entender.
Con esto en mente sepan también disculpar si Naty Peluso, JLO, y Shakira, quedan un tanto excluidas del concepto de latinx al cual, de ahora en adelante apuntaré a lo largo de este artículo.
Y algunxs se preguntarán: ¿Y porque si ellas también son latinxs?
A mi modo de ver la palabra latinxs ha sido un cíclope traga todo, siervo de la herencia colonial diseñada para hacer desaparecer todo rastro de la rica cultura precolombina.
Dicho lo anterior, y paradójicamente, pese a esa peligrosa tendencia de la cultura latinx a borrar la América-latina negra e indígena en particular, he sentido en los movimientos recientes el acaecimiento de una nueva latinidad, dispuesta a cuestionarse y explorar nuevos puntos de encuentro.
En este sentido espero con mi testimonio, explorar esta nueva latinidad diversa e inclusiva, un sueño para aquellos que se han visto invisibilizados por tanto tiempo.
Sin más preámbulos tomen asiento y arranquemos juntos este viaje exploratorio a mi infancia para entender la importancia de una representatividad latinx integral.
Vivimos aún en un mundo en el cual el privilegio de color y de clase está vivito y coleando, por cuanto los referentes latinx no siempre son representativos de la totalidad de las “razas” que conforman esta comunidad.
Primera parada, llegamos a Haití, tengo cinco años, mis papas me regalan una muñeca negra de trapo. Yo no sé leer, pero como típica niña sobre estimulada de los 90, apodo mi nueva muñeca Mafalda, igual que el personaje de la tira de prensa humorística del gráfico argentino Quino. ¿Y si como no? Si mi papa me leía todas noches alguna que otra tira de la enciclopedia de Mafalda. Este fue junto con la adquisición de mi otra muñequita indígena, uno de los tantos intentos de mis padres para darle un poco de color y diversidad a este mundo diseñado por hombres cruelmente daltónicos.
Eso es para decirles que no tardó mucho tiempo antes de que alguna de mis amiguitas del jardín me hiciera notar lo fea que era mi muñeca. Pobre Mafalda, entre otras cosas le llego a faltar un ojo y yo torpemente se lo había vuelto a dibujar con un anotador indeleble.
Este episodio creo, marco para mí el inicio de una incesante necesidad de verme representada. Hasta entonces Mafalda había sido la única muñeca negra que conocía.
Para colmo y para la sorpresa de pocos, en Haití un país donde 90% de la población es negra, casi todo el contenido para niño venía de Estados Unidos, y era diseñado para un público blanco.
Que difícil tarea para cualquiera el de criar niños en un mundo sin representatividad étnico-racial y mucho menos perspectiva de género. Las princesas de Disney, y hasta los personajes de los cuentos de Grimm, salvo pocas excepciones todos eran blancos y heterosexuales.
Segunda parada, tengo trece años, mi cuerpo está cambiando, mis pechos se hacen notar y mis caderas ya no pasan desapercibidas. Soy muy joven aun como para entender, pero ya no quiero usar la ropa que me elige mi mama, no porque no me gustara, sino que prefería usar ropa más holgada para evitar que los del sexo opuesto generalmente hombres mas grandes hicieran comentarios del estilo “Cuidado que ya este cuerpo se esta pareciendo al de Jenifer López, no vaya a ser que empiece a causar lío”. Los cuerpos de niñas negras son hipersexualizados y a menudo comparados a aquellos de mujeres más grandes.
¡Tercera parada, tengo 16 años! Siendo Afro-latnx y caribeñas, pocas veces nos veíamos representadas en la tele, salvo en época carnavalesca cuando a veces en cadena nacional podíamos ver como algunas de nuestras compatriotas vestidas de colores se movían al ritmo de la música. Hago una mueca, no entiendo porque a Shakira se la celebra por mover las caderas, pero se asocian los bailes vodú por mujeres negras a la mala vida.
Cuarta parada, 2016, tengo 26 años. Los políticos, la industria de la música y el mundo cinematográfico, todos se dan cuenta que tienen un siglo de atraso. Intentan mostrarse inclusivos y progresistas, vemos cada vez más a Lupita Nyongo, Zoe Saldana, Violeta Davis, Kerry Washington en las pantallas. Pero como mal alumno en épocas de finales, cuesta recuperar cuando las lagunas son tan profundas, muchos errores se vislumbran.
Quinta y última parada, día de la Inauguración del Presidente de Estados Unidos, estamos en 2021. Vemos con alegría a la joven poetisa negra Amanda Gorman, y la niña de 5 años que duerme en mi está feliz, sin embargo, la elección de JLO como referente latinx y su performance durante la ceremonia me dejaron en lo personal un sabor agrio. Sigo soñando el día en que los políticos, los medios dejen de recurrir a los estereotipos y favorezcan realmente una representatividad latinx más integral, con más afro-latinx, más indígenas y más diversidad de género. ¡Mujeres trans también nos hicieron falta!