Ser madre en medio de una pandemia no es fácil, pero ser madre transgénero complica mucho las labores maternas más mundanas que te puedas imaginar como por ejemplo ir al colegio, asistir citas médicas y legales… Por supuesto, todo dependiendo de tu ubicación geográfica, entre otras cosas.
Me considero una persona afortunada y, a veces, hasta me siento culpable de ser una madre transgénero que vive la capital de los Estados Unidos, donde tengo el privilegio de recibir un apoyo social y gubernamental relativamente alto. Siempre presente lo afortunadas que somos mi hija y yo, pero también pienso en lo diferente que serían nuestras vidas si ese no fuera el caso. Cabe resaltar que vivir en Washington, DC, no es un “accidente”. Solía vivir en Virginia, un estado conservador, y decidí mudarme al Distrito de Columbia porque preví que nuestras vidas se podían complicar en Virginia debido a la poco desarrollada red de apoyo para personas transgénero.
Estoy convencida de que tomé la mejor decisión. Sin embargo, aún existen barreras. Un claro ejemplo que las personas trans, actualmente los adolescentes transgénero, son usadas como “carne de cañón” en medio de una “guerra cultural” iniciada por adultos que tienen poco o ningún conocimiento sobre lo que significa ser un niño(a) trans.
Solo basta ojear las redes sociales para ser testigo de cómo algunos grupos de la sociedad se niegan a aceptar como válidos la humanidad y/o los derechos de los jóvenes transgénero, y de su lucha por encontrar espacios para cosas tan rutinarias como practicar un deporte.
Esta es la realidad no solo en Estados Unidos. En Latinoamérica, la profundamente arraigada cultura machista vilifica ser una persona trans y condena ser una madre o padre transgénero. La idiosincrasia latinoamericana dicta que las personas de la comunidad LGBTQ, entre ellas las personas transgénero, no están calificadas para criar hijos. Los comentarios en las redes sociales abundan y generalmente se centran en cómo es posible que una pareja LGBTQ críe niños y que estos tengan que presenciar el afecto entre sus padres. Es doloroso y frustrante leer este tipo de afirmaciones porque: 1. parecieran asumir que el afecto entre una pareja o madre/padre LGBTQ es una “aberración” de la que hay que sentir vergüenza; y 2. demuestran ignorancia y desconocimiento de la humanidad de las personas trans, quienes tienen sentimientos y emociones iguales a las del resto de las personas.
Yo crecí en un hogar heteronormativo, en donde las emociones se expresaban con naturalidad, exceptuando manifestaciones de connotación sexual por formar parte de la esfera privada e íntima de mis padres.
Los tiempos han cambiado y la heteronormatividad ya no es regla. Sin embargo, lo que no cambia son los principios, los cuales son adquiridos y aprendidos principalmente de nuestros padres. Es decir, que yo sea una mamá transgénero no significa que voy a darle mal ejemplo a mi hija a consecuencia de mi identidad u orientación sexual porque lo que yo le demuestro a mi hija son los principios que yo aprendí en mi hogar. Con más claridad: ser transgénero no es sinónimo de ser inmoral o amoral.
Estamos en el año 2021. Mi hija cumplió 15 años en mayo pasado. Ella y yo hemos vivido la incertidumbre durante esta pandemia de la misma manera que cualquier otra familia. También como cualquier familia “hetero normal”, la mía ha sentido angustia desesperanzadora o ha sufrido a causa de los retos a la salud mental generados por la pandemia. Dicho sea de paso, la mezcla de redes sociales y pandemia ha creado una “bomba atómica” que ha empeorado el panorama para muchos, especialmente para las personas más influenciables y vulnerables: los adolescentes, como mi hija. Es decir, como cualquier otra madre con una hija adolescente, he padecido la pandemia de salud mental creada a partir de la pandemia por la COVID-19. Como ven, mi familia atraviesa los mismos problemas que las familias “hetero normales”.
También como cualquier otro padre o madre, he tenido que buscar ayuda para ella. PERO es aquí donde está la diferencia. Como madre transgénero, se me ha hecho más difícil vencer la burocracia del sistema y encontrar la ayuda necesaria en el tiempo adecuado… porque a mucha gente aún le cuesta verme como “mamá” porque cambié mi nombre legalmente, pero en el certificado de nacimiento de mi hija aparece el nombre que me dieron al nacer y aparezco como “papá”. A pesar de algunos retrasos, he podido conseguir la ayuda para mi hija, pero aclaro que esto ocurre donde yo vivo porque el sistema es un poco más abierto. Lamentablemente, sé que no es el caso de otras personas transgénero que atraviesan la misma situación y que no residen en Washington, DC.
Estoy convencida de que las pandemias por COVID y de salud mental pasarán en algún momento. Mi miedo es que la “guerra cultural” no termine y que se convierta en una “guerra social”, en la que nunca se reconozcan los derechos de las personas transgénero y de sus hijos en este mundo… un mundo predispuesto al rechazo a lo “diferente” y sumergido en redes sociales llenas de desinformación y polarización. Por favor antes de opinar ante este tema, infórmate, conoce a una persona trans en la vida real y entiende por lo que pasa en su día a día, y entiende que en este mundo polarizado no buscamos quitarle espacio a nadie. Solo buscamos tener el derecho a buscar la felicidad como todos los demás, practica la compasión y edúcate en el tema si tanto sientes que te “Afecta”. Solo queremos ser felices.