A la par que los movimientos feministas siguen buscando la equidad de género, la masculinidad tóxica, es decir el machismo, es un lugar de partida, entre muchos otros. Sin embargo, la masculinidad tóxica no solo afecta a las mujeres sino también a los niños y a los hombres al existir presiones culturales para que se comporten de cierta forma.
Qué es la Masculinidad Tóxica/Machismo?
La masculinidad tóxica se refiere a los aspectos negativos de la exageración de los atributos de la masculinidad, y aunque su definición ha evolucionado, encontramos que existen características especiales en cuanto a masculinidad tóxica se refiere.
Por ejemplo, ser rudos, dominar, no mostrar emociones que muestren vulnerabilidad, y promiscuidad sexual son algunas de las características de la masculinidad tóxica que además, pueden llevar a comportamientos agresivos y hasta peligrosos como la misoginia, homofobia, y violencia doméstica.
En sí, la masculinidad tóxica glorifica todo aquello que se le atribuye como femenino o bien a lo no enteramente “masculino”. Por ejemplo, el machismo discrimina a los homosexuales y somete a las mujeres. También comportamientos comunes como llorar, mostrar emoción, buscar ayuda, se le identifica como femenino y débil y por lo tanto se rechaza. Frases como “los niños no lloran”, “es que son niños”, “los hombres son así”, “es el hombre de la casa”, perpetúan y justifican comportamientos agresivos, de represión y de dominación.
Efectos en las Mujeres
Cuando los hombres evitan mostrar vulnerabilidades y se apegan a estereotipos estrictos de los roles de hombres y mujeres, llegan a la dominación y agresión física, sexual, psicológica, y económica. El machismo desprecia, agrede, acosa, amenaza, discrimina, y llega a matar. El feminicidio no es nuevo, existe en todas las sociedades y culturas.
Está demostrado que las sociedades con relaciones desequilibradas entre hombres y mujeres registran más casos de violencia doméstica, que como sabemos someten y violentan a las mujeres.
Efectos en la Salud
La masculinidad tóxica afecta a la sociedad en general, incluyendo a los niños y a los hombres. Los roles tradicionales de género y normas de poder pueden generar ansiedad en los hombres.
La represión emocional puede llevar a problemas de salud mental como la depresión y al consumo excesivo de alcohol y otras substancias. Los hombres que se reprimen emocionalmente con esta apariencia estoica, tienden a no buscar ayuda o carecen de las facultades para lidiar con sus propias emociones o adversidades. Investigaciones sobre la cultura machista revelan que de hecho, el machismo puede explicar que los hombres tengan una expectativa más corta de vida (incluyendo altas tasas de suicidio) porque se rehusan a discutir sus problemas con profesionales de la salud, como puede ser un médico o un psicólogo.
De igual forma, la masculinidad tóxica aumenta el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual por ese comportamiento de “playboy” y la búsqueda del dominio sobre las mujeres.
La educación no es un juego y aunque la cultura y el problema es complejo, no hay excusa para no abordar el tema. El machismo es tóxico y cada uno de nosotros podemos contribuir a que en lugar de crecer a nuestros hijos en un contexto de masculinidad tóxica, sea un contexto de masculinidad positiva.