Yoga es una práctica que conecta el cuerpo, la respiración y la mente. Esta práctica utiliza posturas físicas, ejercicios de respiración y meditación para mejorar la salud general. Esta es la definición del Yoga que puedes encontrar en cualquier fuente de información, pero, ¿Cómo va de la mano con la salud mental?
En mi experiencia, comencé a practicar Yoga porque los gimnasios, sobretodo el cardio es algo que siento que puede volverme loca. Así que encontré en esta práctica una manera de ejercitar mi cuerpo de manera tranquila y relajada, a su vez poderme sentir activa con mi rutina diaria. Comencé a investigar el tema más a fondo y fue como me pude percatar que el esfuerzo mental que se requiere para concentrarse en las posturas y respiración correctamente me hacen olvidar todo lo que me provoca ansiedad, estrés y/o angustia en mi día a día. Además, está comprobado que trae beneficios como estimular la concentración, sana el sistema nervioso central, favorece la creatividad, la autoestima, mejora el sueño, posibilita el autoconocimiento, fortalece nuestro cuerpo físico, es un excelente antidepresivo, mejora la sexualidad, entre otros. Todo lo anterior sin duda repercutirá en una buena salud en general ya que el estrés es el mayor detonante de todo tipo de enfermedades físicas.
Que el instructor hable con calma, que diga cosas positivas y pida que no esfuerce de más el cuerpo si no que éste reaccione poco a poco y a su paso, es una manera de dejar atrás el “tengo que” para darle paso al aquí y ahora. Es algo muy importante en la meditación que va de la mano con el Yoga.
El yoga más allá de una práctica, es un momento completamente para estar conmigo misma, es mi momento de concentración, aceptación y amor, que ayuda a mi mente, cuerpo, salud física y emocional. Es la mejor manera que descubrí para avanzar poco a poco. Eliminar la energía negativa que te impide salir adelante y ver la vida desde otra perspectiva y con otro humor. Aunque debo admitir que concentrarme me costó muchísimo las primeras semanas. Me reía de cómo me temblaba todo el cuerpo y lo difíciles que son las posturas. Darme cuenta que algo tan simple como respirar lo hacía de manera incorrecta. Muchas veces creí que no podría lograr esos ejercicios, “voy a romperme” pensaba. Pero al paso de los días pude notar la diferencia en mi concentración y elasticidad y esos avances me motivaron a continuar y a ver que algo tan simple como levantar una moneda del piso ¡Me costaba cada vez menos!
El yoga, es un antiestrés que me enseñó a dejar mi mente en blanco y la sensación momentánea de dejar ese “ruido” que generalmente hay en mi cabeza me sorprendió, me hizo notar cada parte del cuerpo que estoy trabajando, es una manera de empezar o terminar mi día con un peso menos. Es un tiempo que sin temor a equivocarme es y será un increíble regalo “de mí para mi”
¡Es la mejor manera de ejercitarme sin sufrir!